Vacunación en adultos mayores: ¿una deuda pendiente?
Las vacunas disminuyen las complicaciones y la mortalidad provocada por las infecciones, y son un importante indicador sanitario en una población. Si bien, popularmente se asocia vacuna con niño, y esto no debería ser así.
Por la Dra. Miriam Rozenek, médica especialista en Infectología, miembro del Comité organizador del XIII Congreso Argentino de Gerontología y Geriatría 2016.
Las vacunas disminuyen las complicaciones y la mortalidad provocada por las infecciones, y son un importante indicador sanitario en una población. Si bien, popularmente se asocia vacuna con niño, y esto no debería ser así.
Existen vacunas para cada etapa de la vida, para acompañar la salud y prevenir la enfermedad en todos los grupos etarios. Si bien, algunas enfermedades infecciosas no solo tienen mayor prevalencia en los adultos mayores, sino mayor severidad. Y, muchas de estas enfermedades son prevenibles con vacunas. Las vacunas además buscan evitar el deterioro funcional y de la calidad de vida que las enfermedades pueden producir. Sin embargo, en nuestro entorno sanitario, la vacunación del anciano no recibe las mismas prioridades que la vacunación infantil y del adolescente.
¿Por qué es importante vacunar a los ancianos?
- Hay que tener en cuenta que la mayoría de los ancianos no fueron vacunados en su infancia o adolescencia porque, o bien no estaban disponibles algunas vacunas, o porque, por las circunstancias socio-sanitarias de aquellos años, no les fueron administradas.
- Asimismo, hay enfermedades prevenibles por vacunas que pueden afectar a estas edades como por ejemplo el tétanos.
- Por su parte, tanto la edad como algunas patologías (enfermedades del corazón, hígado, riñones) debilitan el sistema inmune y los hace más susceptibles a determinadas infecciones.
- Por eso, para tener protección durante toda la vida, se necesitan dosis de refuerzo de determinadas vacunas (por ejemplo, difteria o tétanos).
- También, muchas infecciones que pueden afectar a los ancianos complican y agravan sus enfermedades de base, y suponen mayor riesgo de hospitalización, complicaciones, toma de fármacos y muerte.
¿Cuál es la situación en nuestro país?
Argentina se constituyó en 2015 como un país con uno de los Calendarios Nacionales de Vacunación más completos de la región, con 19 vacunas gratuitas y obligatorias para todas las etapas de la vida, estimulando así la transición de la vacunación del niño a la familia.
En la Encuesta Nacional de Factores de Riesgo realizada en el año 2013 se incluyó un módulo sobre Inmunizaciones, para conocer la prevalencia de las distintas vacunas en la población mayor de 18 años encuestada. También, la información conocida sobre vacunación de adultos a través de algún medio (tv, radio, revistas, páginas web, carteles en la calle, hospitales, escuelas, etc.), y la información recibida sobre vacunación por parte de algún profesional de la salud.
Analizando los resultados en la población mayor de 65 años se observó que el 55.3% había recibido alguna dosis de vacuna de influenza en los últimos 5 años, sin diferencias estadísticamente significativas en cuanto a nivel educativo, edad ni sexo. Con respecto a la vacuna de neumococo solo el 23.1% la había recibido en los últimos 5 años. El porcentaje de personas que habían recibido la vacuna doble adultos o bien antitetánica en los últimos 5 años fue del 38%, y hepatitis B el 8.5% de los encuestados mayores de 65 años.
Sin embargo, la población recibió información sobre vacunas más frecuentemente en los medios (70,8%) que de los profesionales de la salud (27.9%).
Por lo tanto, es importante identificar que existen poblaciones de baja cobertura lo que nos permite plantear hipótesis acerca de las causas de la misma; planificar e implementar estrategias de mejora; generar acciones a nivel local; convocar socios estratégicos para lograr los objetivos y potenciar la difusión de las recomendaciones a través de los medios; así como también reforzar el abordaje de esta temática desde los dispositivos de salud.
Entonces, resulta imperioso lograr insertar el calendario de vacunación recomendado actualmente para ancianos en la demanda social, y en la agenda médica, para lograr mejores coberturas.
Es una realidad que la mayor parte de la población, incluidos muchos profesionales de la salud, consideran que la inmunización activa es una práctica preventiva de interés limitado que solo en circunstancias muy concretas es recomendable para adultos y ancianos. La vacunación del anciano como medida de prevención individual no ha sido objeto de una demanda asistencial prioritaria hasta hace pocos años.
Para mejorar esta situación es indispensable focalizar la atención de los diferentes protagonistas de la salud (pacientes, médicos y sistema de salud) en esta medida de prevención y así lograr una mejor cobertura de vacunación en la población geriátrica para que pueda beneficiarse con estas herramientas.
Esta problemática constituirá uno de los temas que se abordarán en el XIII Congreso Argentino de Gerontología y Geriatría «Desafíos del envejecimiento actual», organizado por la Sociedad Argentina de Gerontología y Geriatría, que se llevará a cabo en Buenos Aires del 25 al 27 de agosto en la sede Puerto Madero de la Universidad Católica Argentina (UCA).
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