¿Te cuesta toda tu fuerza de voluntad salir cada mañana de la cama? ¿Eres de los que se les pegan las sábanas y tardan en despertarse todos los días? Si lo habitual es que quieras seguir durmiendo cuando suena la alarma, tenemos noticias: esto no debería ocurrir.

“Cuando suena el despertador (o si nos despertamos inmediatamente antes de que salte la alarma), deberíamos realizar una transición entre el sueño y la vigilia relativamente rápida. Si queremos seguir durmiendo, lo primero que deberíamos preguntarnos es si estamos teniendo la oportunidad y el tiempo de sueño adecuados. Un tiempo de sueño corto para nuestras necesidades o en unas horas inadecuadas del mismo pueden precipitar esta situación”, advierte Juan José Ortega, vicepresidente de la Sociedad Española de Sueño.

Si profundizamos en los motivos que hacen que levantarnos cada día suponga un esfuerzo, Juan Pareja Grande, responsable de la Unidad del Sueño del Hospital Universitario Quirónsalud Madrid, explica que existen varias razones. Una es la denominada inercia del sueño, una tendencia natural en algunas personas, que propicia que el cambio del sueño a la vigilia sea un poco lento.

“Otra, es que durante el sueño, los lóbulos frontales del cerebro están inactivos. En estas estructuras cerebrales se regulan la voluntad, y en parte, el juicio y razonamiento. Al despertar puede ocurrir que se tarde un cierto tiempo en activar los lóbulos frontales y el sujeto se encuentra durante unos instantes sin voluntad ni razonamiento correctos y toma la decisión errónea de seguir durmiendo”, explica el experto. “La tercera, es la regulación homeostática del sueño, un sistema biológico que tiende a mantener el equilibrio, es decir, a procurar que uno duerma lo que necesita. La homeostasis en el sueño, funciona como el hambre y la sed, es decir, si como mucho, no ceno y si llevo un día entero sin comer, me meto un atracón. En el sueño, cuando uno ha descansado lo que necesita se despierta satisfecho e inicia rápidamente la vigilia, pero si no ha dormido lo suficiente, el sistema homeostático presiona para mantener un poco más de sueño”, añade.

Estas tres razones también explicarían por qué algunas personas se levantan al momento o tras 5 minutos al sonar el despertador y otras necesitan ponerse varias alarmas, dormir y despertarse varias veces cada 10 minutos hasta que consiguen salir de la cama. Sin embargo, Pareja advierte que fraccionar de esa manera el sueño también puede ser un signo de que hay un trastorno del sueño detrás y, por tanto, habría que consultar al especialista.

“El sueño natural y normal culmina en el despertar con sensación de haber descansado lo suficiente y encontrarse listo y pleno de energía para afrontar el día. Fraccionar el despertar es signo de sueño insuficiente, de sueño no reparador o de trastornos que cursan con somnolencia excesiva. Con menor frecuencia indica pereza o indolencia”, dice Pareja.

¿Qué podemos hacer?

La respuesta es unánime: dormir más. “Lo prioritario sería conocer las horas de sueño que debemos dormir, que es personal, probablemente ligado al código genético, y que debemos intentar cumplir. Un peor rendimiento físico y/o intelectual conforme avanza la semana, ligado a un exceso de horas de sueño los fines de semana nos orientarán a una carencia de horas dormidas durante la misma”, afirma Ortega.

Otros consejos que según ambos especialistas pueden ayudarnos a mejorar nuestra higiene del sueño son:

  • Mantener unos horarios de sueño y vigilia regulares.
  • No consumir alcohol, café ni bebidas excitantes por la noche.
  • No tomar sedantes ni estimulantes.
  • Disponer de unas condiciones confortables en cuanto a temperatura, humedad, colchón y almohada en la alcoba.
  • No hacer deporte a partir de las 19 horas. “El sueño acontece por la noche coincidiendo con un ligero descenso de la temperatura corporal. El deporte nocturno aumenta la temperatura corporal y, por tanto, interfiere con la conciliación del sueño y disminuye el tiempo de descanso nocturno”, especifica Pareja.
  • No exponerse a luz intensa por la noche (discotecas, cines, etc.) ya que retrasa el inicio del sueño y acorta el periodo de descanso nocturno, con la consiguiente dificultad para levantarse por la mañana.
  • No utilizar gafas de sol por la mañana. “La luz natural de las primeras horas matutinas robustece los ciclos sueño-vigilia y facilita el descanso nocturno”, añade el especialista del Hospital Universitario Quirónsalud Madrid.
  • Si es posible, no trabajar en turnos laborales cambiantes, que debilitan la regulación de los ciclos sueño-vigilia.
  • “Por último, una ducha al levantarse de agua tibia favorecerá la disminución de la temperatura corporal periférica y su redistribución, con lo que la inercia de sueño disminuirá”, apostilla el vicepresidente de la Sociedad Española de Sueño.

fuente: cuidate plus

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