La leucemia siempre asusta mucho con su sola mención.

Pero hoy en día no es de ninguna manera un sinónimo de muerte ya que la mayoría se controlan o se curan.

No deja de ser una enfermedad grave pero con un avance increíble en los últimos años.

Como primer medida lo que se enferma es la fábrica de la sangre, la llamada medula ósea que es donde se produce la sangre.

Hay tres tipos de células de la sangre, los glóbulos rojos que transportan el oxígeno, los glóbulos blancos que nos protegen de las infecciones y las plaquetas que son las encargadas de la coagulación.

Al enfermarse la fábrica de sangre los síntomas pueden ser variados, pero los podemos dividir en leucemias agudas o crónicas.

Las agudas no pasan desapercibidas de ningún modo y no se confunden con una gripe, la falla de los glóbulos rojos hace aparecer palidez, cansancio, decaimiento importante; los glóbulos blancos trabajan mal y aparecen las infecciones, fiebre y las plaquetas al no cumplir su función aparecen moretones, hemorragias o petequias (puntitos rojos en la piel). También puede aparecer sudoración nocturna y aumento de bazo, ganglios o hígado. Es como que te pasa un huracán por encima del cuerpo y no te queda opción de consultar con un médico.

En el caso de las leucemias crónicas hay más variantes y muchas veces hasta son diagnosticadas por un análisis de sangre.

Los síntomas pueden ser algo de cansancio, fatiga, pesadez sobre todo después de comer, aumento del bazo, hígado o algunos ganglios, dolor de huesos, adelgazamiento, infecciones frecuentes, fiebre y también sudoración nocturna.

Con respecto a los tratamientos han avanzado enormemente y en muchas leucemias el trasplante de médula ósea es fundamental.

La conclusión es que la ciencia ha avanzado mucho y disponemos de tratamientos modernos y efectivos, fundamental realizarse un control con su médico y de laboratorio por año para detección temprana de una parte de esta enfermedad.

Por el Dr. Diego Montes de Oca
Médico Pediatra MN:84881