Aunque los avances terapéuticos han conseguido mejorar la calidad de vida de quienes sufren patologías respiratorias, los pacientes que están más graves siguen teniendo un deterioro muy significativo.
Muchas enfermedades respiratorias tienen una repercusión importante en la calidad de vida de los que las sufren. Por número de pacientes, destacan las crónicas de alta prevalencia, especialmente el asma, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) y el síndrome de apnea de sueño. «Es verdad que con los avances en los tratamientos, la mayor parte de los pacientes con estas afecciones en los estadios de leves a moderados desarrollan vidas muy próximas a la normal, pero es en las formas más avanzadas cuando, incluso con los mejores tratamientos, presentan un deterioro significativo de su calidad de vida«.
Esta es la realidad de los enfermos respiratorios, según José María Echave-Sustaeta, jefe del Departamento de Neumología de los hospitales Quirónsalud Madrid, Rubert Juan Bravo y La Luz, de Madrid, quien, además, aporta datos sobre la incapacidad que generan estas afecciones. Así, «globalmente, la EPOC es responsable del 9 por ciento de las bajas laborales y de hasta el 35 por ciento de las incapacidades permanentes. Es más, de las respiratorias es la principal causa de baja laboral por enfermedad con un porcentaje del 62,4 por ciento, seguida del asma, con un 21,4 por ciento, y la neumonía, con un 7,6». A estas estadísticas, el experto añade que hasta un 25 por ciento de las personas con asma y EPOC tienen algún período de incapacidad laboral a lo largo del año, y la enfermedad es responsable del 35 por ciento de las incapacidades laborales definitivas en España.
Según el estudio Global Burden of Disease, la EPOC es la tercera causa de años de vida vividos con discapacidad a partir de los 50 años.
Posibles soluciones
A pesar de este panorama, Bernardino Alcázar, neumólogo del Hospital de Alta Resolución de Loja, remarca que siempre hay «esperanza», a pesar del estado de salud con el que lleguen a la consulta los pacientes. «Siempre podemos ofrecer tratamientos que mejoren su calidad de vida y su pronóstico a largo plazo», insiste.
En este sentido, Echave-Sustaeta señala que «las medidas que mejores resultados dan en la mejora de la calidad de vida de los afectados se centran en la prevención de la EPOC y la concienciación y abordaje del tabaquismo, facilitando al acceso a tratamientos eficaces».
También menciona las acciones dirigidas a impulsar el diagnóstico precoz y adecuado de la EPOC desde Atención Primaria (AP). Para ello, insiste en realizar espirometría en todos los fumadores de más de 35-40 años con cualquier síntoma respiratorio y en impulsar la colaboración entre AP y Neumología.
Con respecto a los tratamientos, detalla que en los últimos años «ha habido una auténtica revolución», dando lugar a terapias mucho más eficaces, que han permitido que, comparado con hace 15 o 20 años, los pacientes de hoy tengan «muchos menos ingresos hospitalarios, menos exacerbaciones, menos necesidad de bajas laborales, mucha mejor calidad de vida y menores niveles de dependencia». Eso sí, esta innovación, advierte, va unida a una mayor complejidad en su utilización motivada por un «abordaje por diferentes fenotipos, niveles de gravedad y nuevas combinaciones de fármacos».
El ejercicio físico como aliado. Echave-Sustaeta defiende que un aspecto fundamental para mejorar la calidad es la realización de actividad física regular. «La mayor parte de los pacientes con asma persistente leve a moderada controlados podrían hacer ejercicio similar al de alguien que no lo tenga, con el añadido de que practicarlo contribuye al control de su enfermedad». Incluso en asma persistente grave y en EPOC grave es muy recomendable. También advierte de que la inactividad física está asociada a una progresión de la intolerancia al ejercicio y de la afectación muscular, generando un círculo vicioso del que es muy difícil salir si no se hace a tiempo.
fuente: correofarmaceutico
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