¿Cuántas veces nos quejamos de dolores de cabeza, en el cuello, o en la zona lumbar, por contracturas musculares? ¿A cuántas personas les cuesta alcanzar sus pies y les genera esa sensación de tirantez y dolor en la parte posterior de las piernas? ¿Cuántos deportistas se quejan de dolores después de la actividad o sufren lesiones musculares? En todos estos casos estamos ante situaciones de dificultad para estirarse, para elongar. Es decir, limitaciones en la flexibilidad.

La flexibilidad se define como la capacidad para desplazar una articulación o una serie de articulaciones a través de una amplitud de movimiento completo, sin restricciones ni dolor, influenciada por músculos, tendones, ligamentos, estructuras óseas, tejido graso, piel y tejido conectivo asociado.

Además de la resistencia, la fuerza y la velocidad, la flexibilidad es una cualidad física, que forma parte importante del desarrollo total de la forma física.

Varios autores coinciden al afirmar que la etapa de mayor entrenabilidad o fase sensible de la flexibilidad, está comprendida entre los 9 y los 14 años de edad.

“Es cierto que la flexibilidad puede ser desarrollada a cualquier edad mediante un entrenamiento adecuado. No obstante, la velocidad de progreso no será la misma en toda edad, ni tampoco el potencial de mejoramiento” (Atler, 1991).

Como lineamientos básicos para el trabajo de la Flexibilidad, es importante tener en cuenta:

  • No “rebotar”, sino hacer un estiramiento sostenido.
  • La duración de cada elongación debe durar alrededor de 15 segundos.
  • Realizar 3 repeticiones por músculo.
  • Al elongar no debe sentir dolor, sino aumento de la tensión del músculo trabajado.
  • Es recomendable seguir una sistemática de trabajo. Es decir de arriba para abajo o viceversa, esto significa comenzar con la zona lumbar, continuando por glúteos, psoas, aductores, cuádriceps, isquiotibiales, gemelos; o en su defecto el camino inverso. Pero no alternar en forma aleatoria los diferentes ejercicios.

La elongación previa a la actividad física debe ser suave, y forma parte de la entrada en calor. Y al terminar la práctica deportiva, debe trabajarse en la flexibilidad de toda la musculatura utilizada, formando parte de la vuelta a la calma.

Existe consenso en que el trabajo de la Flexibilidad debe ocupar por lo menos el 15% de la sesión de entrenamiento.

Existen disciplinas donde la flexibilidad juega un rol central, como gimnasia deportiva, artes marciales, danza, yoga y pilates.

La práctica de yoga permite, además de tonificar músculos y desarrollar la capacidad de estirarse, la toma de conciencia sobre el propio cuerpo. Llevando a una mejoría en la postura, corrigiendo vicios posturales.

En definitiva al trabajar la flexibilidad, nos permite evitar contracturas musculares; realizar movimientos armónicos, sin limitaciones, de la vida cotidiana; y prevenir lesiones musculares y disminuir los dolores post ejercicio, haciendo movimientos de todo el rango articular sin dolores ni limitaciones.

 

Dr. Santiago Kweitel.                                                                                                                  Médico Pediatra y Deportólogo.                                                                                                     Director de Vida Saludable de TV Sana.

 

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