Adultos Mayores 63

Actitudes de vida en la Tercera Edad

Al llegar a la vejez, algunos prefieren la comodidad del retiro, entregarse a esperar el final. Otros, optan por salir a disfrutar de la vida, con optimismo y alegría.

De la redacción de Tvsana 

Al llegar a la vejez, algunos prefieren la comodidad del retiro, entregarse a esperar el final. Otros, optan por salir a disfrutar de la vida, con optimismo y alegría. Las actitudes son distintas y en esta nota te contamos lo mejor de cada una 

 Cuando una persona llega a la denominada Tercera Edad, tiene dos posibilidades, dos maneras de encarar el resto de su existencia. Una es adoptar una actitud pasiva ante la vida, dejar que esta transcurra sin hacer mucho y que la providencia o el destino decidan por uno. Es decir: recluirse en la casa, rechazar actividades recreativas y eludir todo atisbo de vida social. La otra manera de ver y sentir es absolutamente opuesta. Es rebelarse, negarse a la postración y a quedarse quieto y resignado a ver pasar los días, las semanas, los meses, los años. Es salir, caminar, departir con amigos; en definitiva, ponérselo difícil a quien desde el más allá se encarga de ponerle punto final a la apasionante aventura en la tierra.

No debe ser fácil afrontar el desafío de pelearle al tiempo, al envejecimiento, al deterioro físico y mental. Porque merman las fuerzas, y la comodidad de un sofá o una cama muchas veces le ganan la pulseada a la idea y la intención -¿por qué no?- de salir y enfrentar la vida como en los años mozos. Por lo tanto, es entendible, que una persona (hombre o mujer) que trajinó duro por décadas, prefiera el reposo a la hora del “retiro”. Por otro lado,  decidirse a seguir dando pelea es una postura valiente, que debe ser aplaudida y valorada.

Esta época el año (el verano en el hemisferio sur), es propicia para quienes llegaron a la Tercera Edad, derriben la puerta del “encierro”, venzan al cansancio y la apatía y sigan disfrutando de la vida. Caminar por la playa, por ejemplo, es un gran ejercicio, que despeja y relaja. Encontrarse con amigos y tomar algo o comer en algún restaurante, como excusa para hablar de los temas más triviales es muy gratificante, divertido y hasta terapéutico. Y por el contrario, permanecer en la casa o en el departamento, sin más compañía que la televisión o alguna mascota, es una manera de entregarse, de resignarse a esperar el final. Una visión es melancólica y transmite tristeza, la otra es optimista y derrocha alegría. Y cuando uno es optimista y alegre, la vida es más linda. Y mientras dure la lucidez y haya plena conciencia de lo que uno hace, el deseo es que la vida no se termine nunca.

La vida es bella. En la primera, segunda o tercera edad.

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