En las personas con intolerancia a la lactosa, su intestino delgado no puede digerirla, pasando al intestino grueso, donde su fermentación puede causar gases, hinchazón, diarrea o náuseas.
La lactosa es el azúcar que se encuentra en la leche y también en algunos productos lácteos. Es un disacárido que está formado por una molécula de glucosa y otra de galactosa. Cuando la lactosa llega al intestino delgado, la enzima lactasa actúa sobre la lactosa que se encuentra en los alimentos ingeridos, dividiéndola en las dos moléculas que la componen, con el fin de que puedan ser absorbidas, digeridas y transportadas a través del torrente sanguíneo.
¿Qué es la intolerancia a la lactosa?
Sin embargo, cuando la persona tiene un déficit de lactasa (la enzima lactasa presenta una baja concentración o no se produce), la lactosa de la dieta no puede ser digerida de manera correcta en el intestino delgado, por lo que pasa directamente al intestino grueso, donde es fermentada por la flora bacteriana, provocando náuseas, diarrea, calambres, gases e hinchazón del vientre. Esta situación se conoce como intolerancia a la lactosa, alactasia hereditaria, alactasia congénita o hipolactasia.
La intolerancia a la lactosa es muy común y afecta al 75% de la población en todo el mundo. Hay ciertos grupos étnicos más propensos a padecer esta afección, como las razas asiáticas, en las que cerca del 90% de la población presenta este trastorno intestinal. También es frecuente en grupos africanos, hispánicos y procedentes del sur de la India.
Los bebés prematuros tienen un mayor riesgo de intolerancia a la lactosa, mientras que los niños nacidos a término no suelen presentar este problema hasta pasados los tres años. Para acabar con las molestias basta con eliminar de la dieta cualquier producto que contenga lactosa. Si no se extingue de la alimentación, puede causar problemas de crecimiento en los niños.
Causas de la intolerancia a la lactosa
La intolerancia a la lactosa puede ser hereditaria (primaria) o adquirida (secundaria). En la intolerancia de origen primario se produce una deficiencia de lactasa que se hereda de forma recesiva (es necesaria la presencia de dos copias de un gen anormal para padecer el trastorno). En los seres humanos, la ingesta de leche es vital durante la infancia, y por ello en esta etapa de la vida la lactasa suele tener niveles altos, que disminuyen progresivamente con la edad. Por este motivo, la intolerancia primaria a la lactosa se manifiesta frecuentemente a partir de la adolescencia, aunque puede comenzar antes de los siete años.
La deficiencia de lactasa congénita (presente en el momento del nacimiento) es frecuente en niños prematuros, ya que los nacidos a término no suelen manifestar signos de intolerancia a la lactosa hasta alrededor de los tres años de edad; los síntomas se manifiestan al iniciar la ingesta de leche y consisten en diarrea acuosa, dolor abdominal e irritabilidad, y se resuelven al eliminar la lactosa de la dieta.
En cuanto a la intolerancia a la lactosa adquirida o secundaria, tiene su origen en un daño de la mucosa intestinal o una reducción de la superficie de absorción, causada por diferentes patologías intestinales como gastroenteritis, síndromes de malabsorción, enfermedad de Chron, enfermedad celíaca, desnutrición, intestino corto, etcétera.
También puede darse una intolerancia a la lactosa transitoria, o deficiencia funcional, a consecuencia de alguna enfermedad intestinal o un tratamiento con antibióticos que haya afectado al aparato digestivo, y en pacientes que hayan sufrido un vaciamiento gástrico rápido, generalmente después de una cirugía. En estos pacientes la actividad de la enzima permanece, sin embargo no existe una digestión completa de la lactosa por la disminución del tiempo de contacto con la mucosa intestinal.
Síntomas
Para identificar este problema intestinal, se debe tener en cuenta que en la mayoría de las ocasiones suelen aparecer uno o varios de los siguientes síntomas de intolerancia a la lactosa de manera simultánea tras la ingesta, concretamente entre 30 minutos y dos horas después, de productos que contengan lactosa:
- Náuseas.
- Hinchazón abdominal.
- Dolor abdominal.
- Distensión abdominal.
- Sonidos abdominales (borgorigmos).
- Gases.
- Diarrea.
- Heces con olor fétido.
- Pérdida de peso.
En algunos casos, también y paradójicamente, puede aparecer estreñimiento, esto es debido a una disminución de la motilidad del intestino como consecuencia de las bacterias productoras de metano. Estos síntomas son similares a otras enfermedades digestivas como la enfermedad celíaca, la enfermedad de Crohn o la intolerancia a las proteínas de la leche por otros mecanismos, por lo que se debe distinguir entre éstas a través de las pruebas pertinentes, sobre todo en el caso de retirar la lactosa de la dieta y no existir mejoría de los síntomas.
Tratamiento de la intolerancia a la lactosa
Existen dos alternativas efectivas para el tratamiento de la intolerancia a la lactosa. La primera es suprimir de la dieta todos los alimentos que tengan lactosa, es decir cualquier producto que contenga leche o queso o que se haya elaborado a partir de estos componentes. En los pacientes muy sensibles a la lactosa se tendrá que suprimir de forma total y en los pacientes que sean menos sensibles se podrá hacer de manera breve, ya que pueden permitirse ingerir pequeñas cantidades de lactosa.
El déficit de lactasa varía de una persona a otra, y también a lo largo de la vida, por lo que se deberán hacer pruebas para averiguar el grado de intolerancia a la lactosa de cada paciente, y el médico se encargará de determinar el tipo y cantidad de lácteos que puede llegar a consumir la persona afectada.
Se debe tener en cuenta que la lactosa puede estar presente en la composición de muchos alimentos o bebidas y no solo en los productos lácteos. Puede haber lactosa en el pan, caramelos, fiambres, postres, sopas, salsas y medicamentos, por lo que se recomienda leer siempre las etiquetas de los alimentos para identificar la presencia de lactosa. El consumo de yogur con cultivos bacterianos vivos produce liberación de lactasa bacteriana bioactiva en el intestino.
La otra alternativa consiste en la administración de sustitutos de la lactasa. Tomar suplementos de la enzima lactasa antes de consumir productos lácteos puede evitar la aparición de síntomas en algunas personas, sin embargo, no es eficaz en todos los pacientes que sufren este trastorno.
Alternativas para personas con intolerancia a la lactosa
En algunos casos, la opción de aplicar lactasa a la leche previamente calentada puede llegar a reducir en algunos casos la presencia de lactosa en un 90%.
Por otro lado, en las personas afectadas por esta intolerancia es común que se den déficits de calcio por la ausencia o disminución de ingesta de leche, por lo que es importante cubrirlos, así como la toma de vitamina D para mejorar la absorción de calcio.
En cuanto a la compra de alternativas de consumo para los intolerantes a la leche de vaca, las opciones pasan leches o productos con contenidos en proteínas y azúcares diferentes a las de la leche de vaca pero que aporten el suficiente valor nutricional (calcio, grasas…), y que indiquen en su etiquetado claramente que son de nula o baja alergenicidad. Pudiendo ser bien preparados de soja, bien hidrolizados de proteína.
fuente: webconsultas
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