La cirugía de implantes mamarios es una de las cirugías estéticas más realizadas en el mundo.
Existen casos en que los implantes se utilizan para reconstrucciones luego de cirugías por cáncer de mama y existen otros, la mayoría, en que se colocan con fines estéticos para aumentar el tamaño del busto, para unificar tamaños diferentes o para levantamientos en pacientes que han amamantado o perdido peso.
Cuando una paciente es sometida a un aumento mamario con implantes se genera una gran expectativa que en general favorece mucho la evolución postoperatoria. La paciente sale de quirófano con sus mamas voluminizadas pudiendo ver el resultado casi inmediatamente. Tal es el grado de satisfacción que presenta la mayoría, que hasta las evoluciones más lentas o las complicaciones menores son transcurridas con paciencia y conformidad. En el postoperatorio solemos dar indicaciones que son bien llevadas a cabo, y a las pocas semanas, cuando la paciente ya no presenta molestias y su cuerpo se ha adaptado al nuevo tamaño viene la clásica pregunta: …” ¿Ya estoy de Alta Doctor?”. Y es en este punto donde debemos detenernos y analizar la situación.
Los implantes mamarios, si bien son muy seguros en la actualidad, constituyen un cuerpo extraño que colocamos dentro del cuerpo, y como tal, desencadenan una serie de factores que tienden a generar defensa o protección. El cuerpo humano es inteligente y construye en torno al implante una capsula de protección y contención que actúa como nexo para su correcta incorporación a los tejidos circundantes. Esta cápsula en general es blanda y laxa, permite que el implante se deslice libremente en su interior, y otorga un aspecto natural y anatómico a la mama que hace imposible a simple vista darse cuenta que hay un implante en su interior, pero en ocasiones esa cápsula se torna más rígida generando complicaciones que requieren ser evaluadas.
Como Cirujanos Plásticos es imposible poder predecir cuál será la evolución a largo plazo de esa cápsula, aunque existen desde el punto de vista profesional ciertos recursos y técnicas que aplicadas de forma correcta ayudan a minimizar el riesgo de que esto se produzca. Es por ello que ante la pregunta … “¿Ya estoy de Alta Doctor?”... la respuesta siempre debe ser …”No, usted es una paciente a quien le he colocado un implante mamario y mientras lo tenga colocado es mi responsabilidad cuidar su evolución”.
Y ¿porque es importante la evaluación periódica de las pacientes? Porque como se mencionó, el cuerpo humano se encuentra en constante cambio y adaptación, y en algún momento de la evolución pueden surgir pequeños cambios que deben alertar al médico a evaluar la posibilidad de recambiar esos implantes antes de llegar a una contractura extrema de la cápsula con riesgo de ruptura y el consiguiente derrame de silicona en el lecho quirúrgico.
Ahora bien, hay muchos pacientes que han dejado de asistir a los controles anuales de sus implantes y que se han adaptado tanto a tenerlos que no perciben los cambios graduales que ellos van generando. Esos pequeños cambios son los que más deben alertar a las pacientes, ya que una correcta detección podría derivar en una cirugía de recambio simple con un postoperatorio corto y de rápida reinserción a las actividades habituales.
¿Qué se aconseja? Activar los signos de alerta y promover una consulta médica ante 8 signos clásicos:
1- Aparición de dolor. El dolor no es habitual, no hay que acostumbrarse a él y ante la aparición del mismo se debe consultar. Muchas veces el dolor antecede a los signos de cambios de la forma. Cuando el dolor se hace permanente y se acompaña de un endurecimiento extremo de la mama se debe consultar inmediatamente por el riesgo de ruptura.
2- Cambios en la altura del surco mamario. Estando de pie y frente al espejo se deberán levantar los brazos y observar la altura del surco inframamario. Si una mama está más alta que la otra viéndose a diferente nivel podría corresponder a una contractura incipiente de la cápsula y se debe consultar.
3- Cambios en la altura del pezón y aréola. Una diferencia tanto en la altura del pezón como en la dirección del mismo podría corresponder a contracturas capsulares. Este signo no debe ser confundido con las diferencias de altura o dirección que se ven en el postoperatorio inmediato y que podrían corresponder a variaciones anatómicas normales o errores en la técnica.
4- Aparición excesiva del polo superior o escote. En las contracturas de la cápsula los implantes suelen observarse a simple vista, se ven los bordes superiores bien marcados dejando una redondez antinatural en el escote.
5- Cambios de tamaño. Un implante contracturado suele dar una mama redonda y más pequeña, como si el envase quedase chico y el implante quisiera escaparse.
6- Aparición de ondulaciones. A menudo las contracturas se manifiestan con pequeñas ondulaciones que pueden ser visualizadas sobre la piel. Al tacto impresionan como si fuese una ropa de cama mal estirada.
7- Cabalgamiento de la glándula sobre el implante. Este signo no corresponde a una contractura de la cápsula sino a una ptosis o descenso de la glándula mamaria por arriba del implante. Se puede observar como si fuesen 2 balones superpuestos, el de atrás corresponde al implante en su lugar y el de adelante a la glándula deslizada hacia abajo. Este tipo de complicaciones son frecuentes luego de amamantamientos o pérdidas bruscas de peso.
Ante cualquiera de estos síntomas es necesaria la consulta con un Cirujano Plástico. El profesional solicitará estudios como Ecografía mamaria, Mamografía o Resonancia Nuclear Magnética dependiendo del criterio médico y se decidirá la necesidad de un recambio de implantes. La consulta a tiempo evitará riesgos y los resultados del tratamiento serán más satisfactorios. Debemos recordar que la relación entre el cirujano plástico y una paciente con implantes es una sociedad que se inicia cuando tenemos la primer consulta y debe perdurar por siempre.-
Dr. Juan Manuel di Diego. MN 103503. Cirujano Plástico y Director Médico de CRENYF
Comentar