Asesoró la médica clínica Lorena Cirigliano (MN 133.404)

La leucemia linfoblástica aguda es un tipo de cáncer de la sangre que requiere tratamiento urgente porque es de crecimiento rápido.

Como la médula ósea no produce las células normales de la sangre, sino las defectuosas y cancerígenas, el paciente presenta síntomas mayormente secundarios a esto, como el sentirse muy cansado, sangrar o tener hematomas con facilidad y presentar diferentes infecciones muy seguidas.

Ante la sospecha de una enfermedad de la sangre su médico clínico iniciará los análisis como una extracción de sangre y luego derivará al hematólogo, que es el especialista, para profundizar en el estudio.

Un procedimiento ambulatorio que se realiza es el de sacar una muestra de la médula ósea y así poder observar las células directamente de la “fábrica”  a través de una punción o aspirado que se extrae a través del esternón o de la pelvis.  

También pueden solicitarse imágenes de diferentes partes del cuerpo como para saber si el cáncer se extendió a otras partes del cuerpo. Y además para saber si llegó al sistema nervioso se puede realizar una punción de líquido cefalorraquídeo.

Una  vez que se caracteriza el tipo de cáncer y se tiene en cuenta edad y antecedentes del paciente puede coordinarse su tratamiento.  El cual consta de varias partes.

No todos los tratamientos se desarrollaran de la misma forma, por eso deben estar en seguimiento estricto con sus profesionales pero a continuación contaremos un esquema general.

Primera parte: terapia de inducción: generalmente dura 1 mes y se realiza en internación consta de quimioterapia, inmunoterapia y/o terapia dirigida según requiera cada caso.

Luego de esto la mayoría entra en una etapa de remisión donde no se ven las células neoplásicas, pero el paciente no está curado porque las mismas todavía están dando vueltas por el cuerpo y pueden regresar, por lo cual se debe seguir con el tratamiento.

Segunda parte: terapia de consolidación y dura meses, consiste en más quimioterapia pero con dosis más bajas que la anterior.

Tercera parte: terapia de mantenimiento, puede durar un par de años y se continúa con quimioterapia pero más espaciado en conjunto con otras medicaciones.

Terminada estas etapas, se debe continuar con controles periódicos y observar cómo se comporta y si vuelve la enfermedad, para entonces retomar tanto con los tratamientos previos, como agregar radioterapia  y  evaluar la necesidad de una donación de médula ósea. 

No deje de consultar con su médico, ya que este artículo es de carácter informativo,  no reemplaza la consulta médica.

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