Adultos Mayores 58

Cuando los abuelos se sienten padres otra vez

El nacimiento de un nieto despierta en los abuelos el instinto de ser nuevamente padres; aflorando, de este modo, sentimientos y sensaciones que parecían olvidados en el tiempo.

De la redacción de tvsana

El nacimiento de un nieto despierta en los abuelos el instinto de ser nuevamente padres; aflorando, de este modo, sentimientos y sensaciones que parecían olvidados en el tiempo.

Ser abuelo le permite a la mujer o al hombre, revivir plenamente una época pasada, con sentimientos y sensaciones borroneados por el transcurrir del tiempo. Sentimientos y sensaciones únicas desempolvadas al instante por los más mínimos gestos y mohines de esas nuevas criaturas. Por esa razón, tal vez, las abuelas, por sobre los abuelos, actúan, inconscientemente, como reclamando un lugar de privilegio o de avanzada, en el nuevo escenario producido por el nacimiento de un nieto, fundamentalmente si se trata del primero. Como diciendo: “Yo ya pasé por esto, tengo experiencia, hija. Hacé esto, o aquello. Lo mejor para el chico es tal cosa. Vos descansá, yo me ocupo.” No hay duda, en algún punto se sienten padres nuevamente. Y más que nadie, los abuelos maternos, quienes tras la inevitable e impostergable tarea de encontrarle un parecido al bebé, se lanzan de prepo, podría decirse, a iniciar la labor de madre-abuela-enfermera. Todo junto.

No obstante este comportamiento, no hay disputas entre los abuelos maternos y paternos, ni siquiera entre las abuelas. Y si las hay, se notan poco. Eso sí, cada par desempeña agudas labores detectivescas en procura de descubrir las primera gracias en la criatura. Entonces se escuchan comentarios como: “Mirá cómo mueve la manito.” “¿Viste cómo se toca la nariz?” “¿Y cómo hace con la lengüita?” “Ah, no, eso que vos decís ya lo hacía ayer.” Y a manera de bálsamo, como para reparar el ardor ocasionado por el dardo arrojado sin intención, la autora suelta un poco convincente, pero a la vez halagador: “Hoy, Fulanito está igual a vos, ¿te diste cuenta?”

Momentos de comedia familiar al margen, los abuelos, con su presencia, representan una gran ayuda en ese momento y en los momentos venideros, por más que el padre del recién nacido desee fervientemente que los cuatro abuelos los dejen un poco en paz. Los abuelos colaboran desinteresadamente en todo lo que pueden, movidos únicamente por el afecto y el amor, que ese nuevo ser ha despertado súbitamente en sus vidas. Ni más ni menos que la añeja vocación de padres. Por más que, en rigor, no lo sean. El rol es otro, igualmente valioso. Claro que, la gran vocación termina en el preciso momento en que se ensucian los pañales. Allí, los abuelos (maternos y paternos, sin distinción), reclaman la presencia de los padres biológicos, mediante un comentario rubricado por algunas sonrisas sarcásticas: “Te toca a vos, yo ya cambié muchos pañales en mi vida.”

Y como por arte de magia, con el chico limpio, cambiado y oliendo a rosas, vuelve a brotar en los abuelos esa vocación por ser padres nuevamente. Hasta el próximo “accidente”.

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