¿Cómo afecta a quien lo sufre? ¿Cuán vulnerable queda el entorno sociofamiliar? ¿Cómo acompañar en este proceso?

El Accidente Cerebrovascular (ACV) es la segunda causa de muerte y la primera de discapacidad en el mundo. Sin duda podríamos poner números alarmantes a esta enfermedad. Pero, más allá de las estadísticas, el ACV constituye una enfermedad muchas veces incapacitante.

Debido a la posible lesión del cerebro que se produzca puede generar en quien lo sufre cambios de comportamiento; problemas en la memoria y en la movilidad; espasmos musculares; inconvenientes al tragar, hablar o entender a los demás; alteración de la sensibilidad en determinadas partes del cuerpo. Lo que provoca algunos inconvenientes al querer continuar con las actividades que realizaba antes de haberlo sufrido. Por lo que la depresión posterior suele ser muy común, hasta que se aprende a vivir y convivir con estos cambios.

No hay dudas de que esto deja a quien lo sufrió en una situación sociofamiliar muy vulnerable. La familia debe acompañarlo ya que en ocasiones queda imposibilitado para auto valerse. Esto también genera un cambio en la dinámica familiar, como puede ser dejar de aportar económicamente al hogar; requerir controles de salud más estrictos, acompañamiento; o incluso en ocasiones se necesita institucionalizarlo.

Por eso, conocer de qué se trata esta enfermedad, cuáles son sus signos de alerta para una detección a tiempo y cómo podemos prevenirlo pone a la comunidad en una posición de información inigualable para poder tomar las mejores decisiones sobre la vida que quiere llevar. Muy lejos de generar pánico, desde la Fundación Cardiológica Argentina buscamos transmitir conocimiento y acciones hacia una vida más sana.

ACV: tipos y formas de prevenirlo
Existen dos tipos de ACV. Ninguno de ellos es más benigno que otro, ambos constituyen una situación delicada para la salud. El ACV isquémico es el más frecuente (80% aproximadamente en Argentina), y se produce a partir de una obstrucción de una arteria del cerebro. Por otra parte, el ACV hemorrágico implica la ruptura de una arteria del cerebro.

Los síntomas que se presentan con mayor frecuencia son:

  1. Dificultad para caminar, mareo, vértigo, pérdida del equilibrio o falta de coordinación en movimientos simples o complejos.
  2. Dificultad para hablar o comprender.
  3. Cefaleas súbitas y de gran intensidad.
  4. Pérdida súbita de la visión de un ojo o visión borrosa.
  5. Dificultad para manejar los brazos o piernas y coordinar movimientos finos o gruesos.
    Los principales factores de riesgo para el desarrollo de un ACV pueden ser la hipertensión arterial, la diabetes, el colesterol elevado, el tabaquismo, el sedentarismo, la obesidad y el alcoholismo. Por eso, el control de ellos puede disminuir el riesgo de desarrollo de cualquiera de los eventos.

• Hacer ejercicio: el efecto protector de la actividad física presenta innumerables beneficios para la salud. No es necesario hacer Triatlón. Desde caminar de forma continua (por lo menos 4 veces por semana, 40 minutos) hasta realizar alguna actividad física más exigente, son suficientes para reducir la presión arterial, disminuir la glucemia, el colesterol y el exceso de peso corporal.
• Llevar una dieta saludable: sobre todo disminuir el consumo de sal y aumentar la ingesta de comidas con alto contenido de potasio y fibras (frutos secos, vegetales y frutas entre otros).
• Controlar adecuadamente la presión arterial: la relación existente entre Hipertensión Arterial y el riesgo de ACV es muy estrecha. Cuanto mayor es la presión arterial, mayor es el riesgo de ACV. Es por ello que es importante primero realizar un correcto diagnóstico y en el caso de padecerlo realizar un tratamiento adecuado. Valores menores a 140/90 mmHg (14/9) son considerados dentro de la normalidad. Es importante tener en cuenta que deben ser medidos con un equipo validado y calibrado, y utilizar una correcta técnica.
• No fumar: el tabaquismo es un potente factor de riesgo de ACV. No se trata de cuantos cigarrillos son los necesarios para desarrollar un ACV ya que se ha demostrado que con un solo cigarrillo alcanza para generar daño arterial. Por ende el consejo es NO FUMAR.
• Diabetes: en nuestro país el 22% de los pacientes que presenta un ACV sufre de diabetes, y esta enfermedad se extiende hasta un 12,7% de la población.
• Obesidad y sobrepeso: para nuestro país constituye un importante problema de salud pública. El 60% de los argentinos se encuentran con sobrepeso u obesidad. Es importante saber que los hombres que presentan una circunferencia de cintura >102 cm o las mujeres con una circunferencia de cintura >88 cm están clasificados como obesos abdominales. Más allá del Índice de Masa Corporal o el valor de peso que indica la balanza, es importante tener en cuenta el perímetro de cintura.
• Fibrilación Auricular: esta es una arritmia que está en íntima relación con los factores de riesgo mencionados y muchas veces la falta de control de los mismos son un factor de riesgo para su desarrollo. Su presencia se asocia con un aumento del riesgo de ACV isquémico de 4 a 5 veces. Por eso, es importante su detección y tratamiento en conjunto con todos los otros factores de riesgo.
Para concluir, a pesar de que el riesgo de ACV no puede eliminarse por completo las probabilidades se reducen considerablemente gracias a la incorporación de hábitos saludables.

Por la Fundación Cardiológica Argentina (FCA), con el asesoramiento del Dr. Miguel Schiavone, médico cardiólogo (MN 122.283), miembros de la FCA.

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