De la redacción de Tvsana

Esta frecuente enfermedad infecta el hígado y puede traer consecuencias graves y crónicas. No hay vacunas que impidan su contagio, pero sí existen medidas para prevenir su desarrollo, que en la mayoría de los casos, no presenta síntomas.

La hepatitis C es cosa seria. Es una de las enfermedades más comunes, que infectan el hígado, y que contraen unas cuatro millones de personas al año en todo el mundo. El abanico de consecuencias es amplio: va desde un padecimiento leve, sin mayores consecuencias y que dura unas cuantas semanas, hasta una afección grave y de eterna duración.

El virus de esta enfermedad se transmite, por lo general, mediante trasfusiones de sangre o sus derivados (plasma, plaquetas), injertos de órganos contaminados, a través de inyecciones o pinchazos accidentales de agujas infectadas por el uso de drogas, por la realización de tatuajes y perforaciones, o por la transmisión de una madre infectada a su hijo. El medio más frecuente de contagio es el sexual.

Claro que la hepatitis C (no se contagia mediante la leche materna, los alimentos, el agua o el estrechamiento de la mano o el simple acto de socializar con gente infectada) tiene un período de incubación (el tiempo que transcurre entre la infección y la aparición de los síntomas) que dura de dos semanas a seis meses.

Según los datos vigentes, el 80 % de los infectados, no presentan síntomas, en cambio, otros, sí: Hay fiebre, fatiga, falta de apetito, náuseas, vómitos, dolores abdominales, coloración oscura de la orina, dolores en las articulaciones, etcétera. Y otro dato indica que entre el 75 y 80 % de las personas que sufren de la infección inicial, el cuadro evoluciona a una forma de infección crónica, pero solamente el 30 % sufrirá en el futuro de cirrosis y/o de cáncer de hígado.

¿Se puede prevenir? Sí. Existen varias medidas preventivas. Entre ellas:

-Evitar inyecciones innecesarias y aplicadas en condiciones dudosas de higiene.

-Descartar el uso innecesario de sangre y sus derivados.

-Manejar con cuidado elementos puntiagudos, como agujas o jeringas.

-No consumir drogas ilícitas inyectables.

-Tener relaciones sexuales seguras y empleando preservativos.

-Suprimir la idea de hacerse tatuajes y perforaciones.

-No recurrir a la acupuntura, sobre todo en lugares no seguros del cuerpo y con material potencialmente contaminado.