Dra. Virginia Busnelli, (MN 110351), médica especialista en nutrición y directora del Centro de endocrinología y nutrición CRENYF.

El 6 de mayo, con el símbolo de una cinta de color azul claro se realiza la celebración anual del Día Internacional Sin Dietas con la finalidad de llamar la atención y recordar los peligros de las dietas exageradamente prohibitivas que son tendencia actual hacia la búsqueda de esa tirana delgadez que solo pocos logran. La finalidad de ésta celebración es promover la aceptación del cuerpo humano y de la diversidad de sus formas.

Desde hace ya muchos años nos están ofreciendo una gran cantidad de dietas. En televisión, en revistas, en el diario del domingo, en libros best sellers; dietas hechas por una vecina o una tía muy conocida, dietas mágicas. Somos “dietantes”. Nos han prometido disminuir la grasa corporal en una semana, mejorar la figura, combatir las celulitis, los años, la caída del pelo, aumentar la fuerza, la musculatura, ser más fuertes, más lindos. Es decir, entrar en un prototipo universal en el que todos somos bellos, esbeltos, flacos, musculosos y por sobre todas las cosas iguales. ¿Iguales? ¿Por qué tenemos que ser iguales? ¿Por qué todos tenemos que comer lo mismo, en mismo lugar y momento? ¿Por qué tenemos que llevarnos un tupper a un evento social o masticar un caramelo mientras otros disfrutan del placer de comer? Ya estamos cansados de que esto suceda.

Estamos en otra era. Entramos en una revolución contra la magia, contra las dietas. Ya ni siquiera esta palabra debería usarse si no es para una ocasión particular, para una situación patológica que debe curarse o subsanarse con un principio y un fin. Estamos en la era en la que muchos profesionales decimos NO a las dietas, no a la restricción, no a la prohibición del deseo. Tenemos que reaprender a comer. Tenemos que encontrar la forma más sana de tener una buena relación con la comida. Claro está que los excesos pueden ser muy perjudiciales y hasta causarnos muchas enfermedades. La clave está en el equilibrio.

El Día internacional sin dieta propone cambiar nuestro chip y promover un estilo de vida saludable que dure para siempre, en el cual podamos ir modificando de a poco ciertos hábitos y sostener aquellos que sean saludables: amigarnos con nuestro cuerpo, comer alimentos saludables, sin prohibirnos ni restringirse de aquellas cosas que nos dan placer, no saltearnos comidas, realizando actividad física y compartiendo momentos felices con nuestros seres queridos.

Para empezar deberíamos tener en cuenta ¿Por qué comemos? Y también ¿Por qué comemos lo que comemos? Los seres humanos no solo comemos porque tenemos hambre, comemos porque estamos contentos, tristes, porque estamos angustiados, nerviosos, ansiosos. Comemos porque nos reunimos con amigos, con familia y porque somos comensales y la comida estará siempre presente. No solo para satisfacer las necesidades básicas sino en muchos momentos y ámbitos de nuestras vidas: cumpleaños, en la oficina, en las reuniones de trabajo, en las fiestas, etcétera.

Poder comprender que muchas veces comemos por hambre emocional, es una de las claves para repensar nuestra alimentación. Las emociones son la clave para cambiar, lentamente, las creencias de alimentación y la forma de comer. Construimos creencias alrededor de la comida y también las llenamos de sentimientos, el cuerpo lo recuerda y por eso a largo plazo nos da placer. Permitítelo pero en la justa medida.

Es momento de decirle no a las dietas. Es momento de reaprender a alimentarnos, de volver a la comida casera, de frenar con el delivery a todo momento, de darnos el tiempo necesario para comer tranquilos. Es hora de organizarnos y de empezar a cuidarnos.

Como nos enseñó el padre de la alimentación Pedro Escudero: “La alimentación debe ser suficiente, completa, armónica y adecuada”. Debe cubrir nuestras exigencias calóricas, ofrecerle al cuerpo todos los principios nutritivos que lo integran guardando una relación de proporciones entre los mismos y se debe adecuar a cada uno de los organismos. Solo se puede cumplir esta última finalidad si la alimentación se adapta a los gustos, hábitos, costumbres, creencias, situación socioeconómica y patrones de vida de cada persona.

Aquí algunos tips para llevar una vida saludable sin caer en ninguna dieta. Comenzá con el cambio de hábito, sin necesidad de restricciones ni de prohibiciones.

*Realizar las 4 comidas del día. No saltear ninguna e incorporar diversidad de alimentos.
*Desayunar. Romper el ayudo nocturno para empezar el día con mucha energía.
*Comer variedad de verduras y frutas. Cuantos más colores, más vitaminas y minerales le aportemos al cuerpo, mejor.
*Volver a la comida casera. Dejar un ratito de la semana para cocinar y refrigerar o freezar comidas sanas.
*Stockear. Ir al supermercado sin hambre y realizar una compra inteligente. Tener en la alacena y en la heladera productos saludables que no nos hagan caer en la tentación.
*Tomar agua, que sea tu bebida por excelencia. Disminuir el consumo de bebidas dietéticas y evitar aquellas endulzadas.
*Comer con menos sal. Comenzar a preparar tus comidas con variedad de hierbas aromáticas y especias.
*Hacer actividad física, moverse, sumar pasos, metros, kilómetros. Pero no te olvides de hacer lo que te guste. Encontrar una actividad que te de satisfacción, eso hará que perdure en el tiempo.
*Reírse y amigarse con tu cuerpo. Nada mejor que estar en paz con uno mismo y con las personas que uno más quiere. Sonreir y disfrutar de la vida. No poner en peligro nuestro cuerpo.

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