De la redacción de tvsana

Un nuevo trabajo, realizado por científicos argentinos, modifica la cantidad de drogas a utilizar en la terapia. ¿Su nombre? Gardel.

En su ferviente lucha contra el sida, la medicina ha ido ganando importantes batallas. Las personas que en la década del 80 recibían el diagnóstico del VIH estaban prácticamente condenadas a muerte. Y hoy, cumplida la primera década del siglo XXI, los pacientes con sida, lejos de aquella condena (incluida la social) viven mucho tiempo, por lo tanto, el desafío que se le plantea a la ciencia es lograr que además vivan mejor.

En esa dirección trabajó un grupo de investigadores argentinos, liderados por Pedro Cahn, presidente de la Fundación Huésped. Y tras cinco años de intenso trabajo, presentaron en el 14° Congreso Europeo de Sida, realizado en Bélgica, una nueva alternativa de tratamiento, menos tóxico, más barato que el actual, e igual de efectivo.

Este es el primer estudio internacional sobre el sida realizado por argentinos. Y el nombre no podía ser más emblemático: Gardel. Todos estos trabajos llevan un nombre identificatorio y uno bueno hará que el estudio sea más recordado por la comunidad médica y por el público en general. La decisión de ponerle Gardel fue muy meditada. Y además de referirse al gran cantante de tangos muerto trágicamente en un accidente aéreo, el nombre remite también a las siglas en inglés de las palabras que describen el estudio: un diseño global sobre los antivirales que abarca las dos drogas que utiliza, en lugar de la combinación de tres de otros tratamientos..

La nueva alternativa terapéutica propone, entonces, el empleo de dos drogas en lugar de tres; la Lamivudina, que inhibe un mecanismo que se convierta de ARN a ADN y dé el primer paso para replicarse dentro de las células; y el Lopinavir/Ritonavir, dos que se consideran una sola, que evita que el virus se rompa en pedacitos, salga de la célula y repita el proceso. El tercer grupo de drogas, utilizado hasta la aparición de Gardel, no fue incluido porque los científicos argentinos entienden que habitualmente se asocian a mayores efectos adversos, como la anemia, daños renales, osteoporosis y alergia. De este modo se evitaron estas consecuencias y el tratamiento no perdió su efectividad.

Para el cierre, el doctor Pedro Cahn deja una reflexión: “Este trabajo no viene a tirar a la basura todo lo que se hizo hasta ahora en procura de terminar con el sida. Sino que se viene a aportar una nueva estrategia de tratamiento. No estamos curando la enfermedad, y los tratamientos son de por vida. Por eso, cuanto más amigables sean estos, mucho mejor .”