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Rosácea, un mal de muchos

Esta patología tiene diferentes maneras de presentarse y aún no tiene cura, pero puede tratarse y, de este modo, aliviar las consecuencias, entre otras: el ardor, el enrojecimiento de la cara, la picazón y la hinchazón.

Dela redacción de tvsana

Esta patología tiene diferentes maneras de presentarse y aún no tiene cura, pero puede tratarse y, de este modo, aliviar las consecuencias, entre otras: el ardor, el enrojecimiento de la cara, la picazón y la hinchazón.

La rosácea es una enfermedad crónica común, que afecta la piel y en ocasiones, también a los ojos. Y se detecta fácilmente por un enrojecimiento en la parte central de la cara, con exacerbaciones y remisiones periódicas. De acuerdo con la opinión del comité de expertos de la National Rosacea Society, esta enfermedad abarca cuatro variantes, las cuales se basan en los síntomas y signos expresados por el paciente, que puede contraer más de un tipo a la vez. Estas variantes son: la llamada Rosácea eritemato-telangiectática, que es cuando la coloración rojiza de la piel es permanente y tiene tendencia a profundizar y extender esa tonalidad. La segunda variante es la denominada Rosácea papulopustular, que son aquellos casos en los cuales se presenta algo de coloración rojiza con granos enrojecidos (pápulas), que en ocasiones pueden contener pus. Esta versión de la Rosácea suele ser confundida con el acné. La tercera es la Rosácea fimatosa, una subcategoría muy comúnmente asociada con el engrosamiento de la nariz, cuyo nombre técnico es rinofina, y que también puede afectar la barbilla, la frente, las mejillas, los párpados y las orejas. Y la última variante es la conocida como Rosácea ocular, que se manifiesta en los ojos y los párpados, quedando estos muy enrojecidos, secos e irritados, provocando, además, picazón y ardor.

Más allá de la opinión vertida en su momento por la prestigiosa institución, especializada en el tema, existen otros términos descriptivos aplicados a las diversas presentaciones de la Rosácea, pero que no son formalmente aceptadas como otras variantes de esta enfermedad. Una enfermedad más habitual entre las mujeres, sobre todo durante la menopausia.

Cerca de la mitad de las personas que padecen de Rosácea, sufren problemas en sus  ojos. Estos suelen presentarse enrojecidos, resecos, con ardor, exceso de lágrimas y con la desagradable sensación de sentir granos de arena. En ocasiones, los párpados se inflaman y se  hinchan levemente. Además, los ojos suelen volverse sensibles a la luz, y la persona con este mal, puede tener la visión nublada, borrosa o con alguna otra dificultad.

La causa exacta de su origen es desconocida por los hombres de ciencia. Algunos piensan que la Rosácea ocurre cuando los vasos sanguíneos se expanden con demasiada facilidad, provocando el tono rojizo en la piel. Pero las investigaciones no han sido aún todo lo rigurosas y profundas que debieran, como para elaborar una teoría bien concreta al respecto.  No obstante, se tiene la certeza de que podría tratarse de una enfermedad hereditaria y que algunos de los factores que empeorarían una Rosácea, serían: el calor excesivo, el ejercicio intenso, la luz solar, el viento, las temperaturas muy frías, las comidas y bebidas calientes o picantes, el alcohol, el estrés, la menopausia y el uso de esteroides en la cara por mucho tiempo.

Por el momento, la Rosácea no tiene cura, pero se puede tratar y controlar. Con tratamientos adecuados, la piel puede lucir mejor y sus consecuencias no resultar tan molestas. Y es, sin dudas, una cuenta pendiente de la medicina, poder echar más luz sobre este tema, y que no quede tan oscuro, tan rojizo.

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