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El alcohol en nuestra alimentación

Habitualmente nuestros encuentros sociales están asociados con grandes comilonas y bebidas alcohólicas. Entre los excesos que frecuentemente se cometen en torno a la mesa, se destaca el abuso de estas últimas aumentando el riesgo d intoxicación y riesgo para la salud.

tvsana agradece a la Lic. Mariana Acebal 

Habitualmente nuestros encuentros sociales están asociados con grandes comilonas y bebidas alcohólicas. Entre los excesos que frecuentemente se cometen en torno a la mesa, se destaca el abuso de estas últimas aumentando el riesgo d intoxicación y riesgo para la salud.

Cumpleaños, casamientos, reuniones laborales, fiestas familiares, encuentros con amigos, navidad, año nuevo… la atracción de la fiesta pasa en la mayoría de los casos por la comida y la bebida.
Si bien un consumo moderado o esporádico de bebidas como cerveza, vino o licores no presenta riesgo para la salud, cuando la cantidad es alta y el consumo es frecuente puede intoxicar gravemente al organismo y ser muy perjudicial para la salud.

El valor calórico de una bebida alcohólica depende directamente de su grado de alcohol. El alcohol aporta 7 Kcal. por gramo, pero esta fuente de energía no es utilizable para el trabajo muscular, pues se trata de calorías vacías (o sea desprovistas de nutrientes). Además, el alcohol consume grandes cantidades de vitaminas del grupo B para su degradación y sitúa al organismo al borde del estado de deficiencia, por lo que un consumo elevado de bebidas alcohólicas desequilibra la alimentación y aumenta significativamente el consumo calórico.

Numerosos estudios sugieren que el consumo moderado y habitual de alcohol reduce el riesgo de enfermedad isquémica del corazón en hombres y mujeres. Sin embargo, frente a este efecto favorable, el consumo moderado de alcohol aumenta el riesgo de obesidad, hipertensión arterial, hipertrigliceridemia, enfermedades hepáticas, pancreatitis, gastritis, cáncer orofaríngeo, de esófago y de estómago.
Ante la ausencia de contraindicaciones, es aceptable un consumo de hasta 0,7g de alcohol por kg de peso/ día para el hombre y 0.6g de alcohol por kg de peso/día para la mujer. No se aconseja sobrepasar las tres consumiciones diarias, siendo normal que una consumición contenga de 12 a 14 gramos de etanol.

Contenido aproximado de etanol (en gramos) cada 100cc de bebida:

– Cerveza:  4.4g
– Sidra: 3.6g
– Vino: 9.6g
– Whisky: 34g
– Licores: 25 a 38g
– Jerez: 17g

La tolerancia al alcohol varía de una persona a otra, depende de la capacidad enzimática del hígado en efectuar la degradación. Generalmente la mujer es más sensible al alcohol que el hombre. La capacidad del hígado de degradar el alcohol puro se limita a 7,5 gramos por hora. Mientras que el alcohol no es metabolizado circula dentro de la sangre.

Además, su efecto diurético contribuye a la intoxicación del organismo. Hace falta una hora para que el organismo degrade el alcohol presente en un vaso de cerveza (17,5 cl), en medio vaso de vino (6 cl.) o en un tercio de vaso de aperitivo (4 cl) tipo anís. El alcohol se diluye más o menos rápidamente en la sangre en función del estado de plenitud del estómago y de la presencia de grasas dentro de la comida. Es decir, beber un vaso de bebida alcohólica en ayunas hace “efecto” de inmediato, mientras que con el estómago lleno ocurre lo contrario. Y cuanto más elevada es la graduación del alcohol, más rápidamente pasa a la sangre circulante.

Consecuencias del consumo del alcohol en nuestra alimentación:

– El consumo de alcohol puede provocar una hipoglucemia ya que disminuye la producción de glucosa y puede causar una peligrosa reducción de la glucosa en sangre (nivel de azúcar por debajo de lo normal), particularmente entre los más vulnerables, como jóvenes y personas diabéticas, si no se acompaña de alimentos sólidos hidrocarbonados (pan, arroz, galletas).

– En las personas con predisposición genética a hipertrigliceridemia, se puede observar tasas de triglicéridos muy altas incluso con ingestas moderadas de alcohol.

– El estado vitamínico de las personas se encuentra afectado en el alcohólico crónico. El alcoholismo es la causa principal de la carencia de vitamina B1 (tiamina), que cursa con trastornos neurológicos. La falta de Vitamina B6 contribuye a la aparición de problemas psíquicos y neurológicos. En el alcohólico crónico se presencia una baja de la vitamina D circulante favoreciendo la aparición de osteoporosis.

– La intoxicación alcohólica aguda provoca el aumento de la producción de orina (efecto diurético), que el organismo compensa sobreestimulando el “centro de la sed”. Por lo tanto, para calmar la sed se acaba bebiendo más, con lo que se cae en un círculo vicioso.

Los hábitos alimentarios pueden ser modificados y está en cada uno querer hacerlo y llevarlo a cabo. Todos los excesos son malos para nuestra salud, lo importante es tener moderación y auto control frente a la gran oferta de alimentos.
No crucemos la delgada línea que nos lleva al desborde y al descontrol.
Aprendamos a valorarnos y a cuidarnos cada día, tener un buen estado de salud significa estar en equilibrio con uno mismo. Cambiar el estilo de vida puede comenzar por cambiar tu vínculo con la comida y la bebida.

Licenciada en Nutrición Mariana Acebal miembro del Centro terapéutico – Dr. Máximo Ravena  

 

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