¿Influye la alimentación en el estado de la piel? La respuesta es sí, pero ¿hasta qué punto? Según informa Lorea Bagazgoitia, dermatóloga en el Hospital Ramón y Cajal, de Madrid, y autora del libro Lo que dice la ciencia sobre el cuidado de la piel, “sí influye. De hecho, la piel de una persona desnutrida es más seca, sin brillo y está cuarteada”.

Por ello, “es importante mantener una dieta equilibrada, saludable, rica en vegetales y frutas para tener una buena salud por dentro, lo que, indirectamente, contribuirá a que la piel tenga unos niveles de antioxidantes adecuados y se vea más sana e hidratada”.
Esta es la única realidad probada.

Sin embargo, cada vez hay más personas que buscan en los alimentos o en lo que ingieren la respuesta a determinados problemas que tienen en la piel, como acné, más grasa, poros o manchas. En este sentido, según la experta, “hay pocas situaciones en las que un alimento específico se relacione con un efecto concreto sobre la piel”.

En el caso del acné, es habitual que la gente vincule su aparición con el consumo de chocolate o de quesos fuertes. Sobre esta relación, la dermatóloga recuerda que “los alimentos con carga glucémica elevada, como las pastas, el pan blanco, las harinas refinadas, el azúcar y los dulces sí pueden empeorar los granitos de acné pero no crearlos”.

Bagazgoitia aconseja, por tanto, en los pacientes con acné, “evitar estos alimentos, así como lácteos, y aumentar la ingesta de productos integrales, frutas y verduras”. Esta alimentación, asegura, “es un buen complemento al tratamiento médico”.

¿Y la leche?

Al igual que ocurre con el acné, en las consultas de Dermatología también se reciben muchas preguntas sobre la leche. En este punto, como explica Bagazgoitia, “en contra de lo que se piensa y en términos generales, salvo que alguien esté diagnosticado específicamente de una alergia a las proteínas de la leche de vaca, es muy raro que su uso tenga consecuencias relevantes en la piel”.

Actualmente son dos los problemas de salud asociados a este alimento: la intolerancia a la lactosa y la alergia a la proteína de la leche de vaca. Esta última, según informa la dermatóloga, “no causa granos, sequedad, irritaciones o psoriasis, rosácea u otra erupción en la piel”. Solo en algunos casos, añade, “puede producir urticaria, picor o hinchazón de párpados o labios”.

Por otro lado, la intolerancia a la lactosa “no tiene ni un sólo síntoma asociado al daño en la piel y no hay base científica para pensar ésto”.

La piel y el gluten

En el caso de la celiaquía, la cosa cambia. “Aunque no todos los celíacos tienen lesiones en la piel”, tal y como señala la dermatóloga, “sí hay pacientes que pueden tener pequeños granitos en codos y rodillas sobre todo. Es lo que se denomina dermatitis herpetiforme”.

Es una enfermedad “infrecuente y que se resuelve haciendo una dieta sin gluten, algo que las personas celíacas siguen a rajatabla”.
Salvo en esta ocasión, los celíacos no tienen que seguir unos cuidados específicos para su piel, por lo que pueden usar todo tipo de cosméticos.

“Aunque existan etiquetados sin gluten, la realidad es que esto no es relevante para ellos”, afirma. Y es que, “el origen de su enfermedad está en la interacción del gluten con el intestino y no con su contacto con la piel”. Aún así, la experta recalca que “es raro que los cosméticos lleven gluten y los que afirman que no lo incluyen no tienen por qué ser mejores”.

Piel naranja

Como señala la dermatóloga del Hospital Ramón y Cajal, de Madrid, “aunque pocos alimentos influyen en el estado de salud d ela piel”, sí existe un caso: el de la carotenemia.

Ésta es una enfermedad cutánea en la que “se acumulan betacarotenos en la piel que hacen que su color se torne anaranjado o amarillento, especialemente en la cara, las palmas de las manos y las plantas de los pies”, indica la experta. Aparece en personas que comen abuntantes alimentos con betacarotenos.

fuente: https://cuidateplus.marca.com