Un enemigo silencioso que afecta a millones de personas, en el país y el mundo.

¿Qué instrumentos médicos de medición nunca faltan en el hogar? Sin dudas, el termómetro es el primero de ellos; y el segundo, el tensiómetro. Pero, y a pesar de ello, la prevalencia de hipertensión arterial (HTA) aumentó entre los años 2009 y 2016 (según el estudio RENATA I y II). Más grave aún, se incrementó el número de pacientes que desconocen padecerla.

La hipertensión arterial es una enfermedad silenciosa que no da ningún síntoma, y que se instala producto de la dieta inadecuada, la falta de ejercicio, el estrés en el que vivimos, y la genética. Culpar solo a este último factor, en muchos casos, es el “chivo expiatorio” más simple. Así, nos olvidamos que existe también la epigenética (que es todo aquello que hacemos para que algunos genes se expresen y otros no).

Tener una dieta adecuada (en la que se disminuya el consumo de sal, rica en frutas y verduras), realizar actividad física (al menos 4 veces por semana durante 40 minutos) y utilizar técnicas que disminuyan el estrés (como el yoga, reiki o mindfulness), son herramientas de suma ayuda para evitar la aparición de la enfermedad.

Asimismo, por su carácter silencioso la única forma de evaluarla y diagnosticarla es mediante el registro de la presión arterial. Por eso, es importante realizar al menos una vez al año un control de la presión arterial. El equipamiento para hacerlo tiene que ser el adecuado, ya que no deja de ser un instrumento de medición.

Desde el Consejo de HTA de la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC), se recomienda la utilización de tensiómetros validados y calibrados. Pueden ser aneroides o automáticos, siempre y cuando cumplan con los requisitos mencionados. El brazalete utilizado debe ser adecuado al perímetro del brazo.

Así, podemos evaluar si estamos, o no, dentro de los valores que se consideran como normales. En este sentido, las Guías Argentinas de Hipertensión Arterial han definido que números menores a 140/90 mmhg (14/9) son considerados normales. Aún así, un resultado final por encima de ellos tampoco puede significar que haya que entrar en pánico. En estos casos, se recomienda consultar al médico para certificarlos y realizar un diagnóstico final.

En conclusión, cambiar las costumbres de una persona o una sociedad requiere de mucho tiempo y esfuerzo continuo. Esta batalla no la podemos dar solos, desde un consultorio. Si bien es importante aunar esfuerzos desde la sociedad civil y las instituciones gubernamentales, el primer pequeño gran cambio se puede hacer desde cada uno de nuestros hogares.

Por la Fundación Cardiológica Argentina (FCA), con el asesoramiento del Dr. Miguel Schiavone, médico cardiólogo (MN 122.283), miembro de la FCA.

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