La leucemia es un tipo de cáncer que afecta la sangre y la médula ósea. Por lo general, se origina ante la producción acelerada de glóbulos blancos anormales. Los glóbulos blancos son las células encargadas de combatir las infecciones.

La leucemia linfocítica crónica es uno de los tipos de leucemia más comunes en pacientes adultos y representa el 30% de los casos de leucemia. Es de lenta evolución y se origina por la alteración de un tipo de glóbulos blancos llamados linfocitos, que se transforman en células malignas y se multiplican de manera anormal. La presencia de linfocitos anormales también socava la capacidad de la médula para elaborar los otros dos tipos fundamentales de células sanguíneas: los glóbulos rojos y las plaquetas, lo que también repercute en el adecuado funcionamiento del organismo.

Este proceso anormal se da porque entra en juego una proteína, la BCL-2, que en estos casos suele estar sobreexpresada, por lo que bloquea la apoptosis (muerte programada) que experimentan todas las células del organismo. Durante varias décadas, un grupo de investigadores estudió este fenómeno intensamente hasta que halló la manera de bloquear la actividad de la BCL-2 en células cancerígenas para restaurar la apoptosis programada de las células cancerígenas.

Hoy es una realidad y la enfermedad puede tratarse en nuestro país a partir de este mecanismo con la nueva droga aprobada.

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Los síntomas de este tipo de leucemia pueden incluir anemia, causada por la deficiencia de glóbulos rojos, que suele provocar cansancio, debilidad y falta de aire; propensión a desarrollar infecciones, por la deficiencia de glóbulos blancos normales; y moretones o sangrado, debido a la baja cantidad de plaquetas.

En el caso de la LLC, el Dr. Bezares refirió que “puede no presentar ningún síntoma, pero los signos característicos son el aumento de los ganglios linfáticos y del bazo, acompañado de la linfocitosis. En estadios avanzados, pueden observarse debilidad, astenia, fiebre de origen desconocido, pérdida de peso y sudoración nocturna”.

Afortunadamente, el diagnóstico no es el fin de nada, y puede ser un nuevo principio. “Hasta hace unos años, había pocos tratamientos para esta enfermedad y si uno presentaba determinadas mutaciones genéticas, directamente no tenía cómo ser tratado. Los avances han sido una verdadera revolución y hoy existen muchas alternativas según el estadio en que se encuentre la enfermedad”, enfatizó.

La inhibición de la proteína BCL-2 es un novedoso mecanismo que ofrece una nueva perspectiva para combatir esta enfermedad oncohematológica, para la que particularmente es importante contar con diversas alternativas de tratamiento. Justamente, agregó el especialista, “dentro de las nuevas terapias de alta precisión disponibles para LLC, la inhibición del BCL-2 como estrategia terapéutica, brinda la posibilidad de obtener enfermedad mínima residual negativa”.

Dr. Raimundo Bezares – MN 38.925 Jefe de Hematología del Hospital General de Agudos de la Ciudad de Buenos Aires ‘Dr. Teodoro Álvarez’. Docente de Curso para la formación de Médicos Hematólogos de la UNBA
Dr. Miguel A. Pavlovsky – MN 82.212 Médico Hematólogo del Centro de Hematología Pavlovsky. Director Médico y Científico de FUNDALEU (Fundación para Combatir la Leucemia). Médico Hematólogo del Grupo Médico Lomas de San Isidro
Dra. Jennifer R. Brown Médica oncohematóloga, Directora del Centro de Leucemia Linfocítica Crónica del Centro Oncológico Dana-Farber de Boston, EE. UU. Profesora Asociada de Medicina en la Escuela de Medicina de Harvard.
Fernando Piotrowski Director ejecutivo de A.L.M.A. Asociación Leucemia Mieloide Argentina

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