¿Qué tendrán que ver los problemas del sueño con el riesgo cardiovascular?

Es una pregunta lógica. Y la respuesta es simple: todo. Los llamados “desórdenes respiratorios del sueño” abarcan un amplio espectro de patologías, de las cuales las más conocidas son las llamadas Apneas del Sueño, o sea, el hecho de dejar de respirar al dormir en diferentes oportunidades.

Las personas que padecen estos trastornos generalmente roncan (y fuerte) y frecuentemente, cuando el problema es avanzado y no permite una buena calidad del sueño, traen trastornos durante el día, entre ellos la hipersomnolencia. Esto no es cansancio simplemente, sino el hecho de quedarse dormido en situaciones poco comunes, como leyendo, charlando o incluso manejando.

De hecho, hay estudios que vinculan las apneas del sueño con un aumento del riesgo de sufrir accidentes de tránsito. Adicionalmente, hay evidencias crecientes que muestran que las apneas del sueño aumentan de manera marcada el riesgo cardiovascular, o sea, el riesgo de sufrir un infarto, arritmias, accidentes cerebrovasculares, entre otros.

Pausa para respirar….

Para para para… ¿vos me estás diciendo que si tengo apneas del sueño, no sólo tengo riesgo de un accidente de tránsito o de sufrir un traumatismo con un objeto contundente de la mesita de luz arrojado por mi pareja para que deje de roncar, sino que encima puedo tener problemas cardiovasculares? Sí, eso te digo.

Las apneas del sueño son una causa muy frecuente de Hipertensión Arterial secundaria, dicho de otra manera, hipertensión con causa demostrada y a veces solucionable (no solamente tratable y controlable como el común de los hipertensos).

Al desarrollarse el trastorno, tanto por las apneas como por la mala calidad del sueño, se liberan distintas hormonas que hacen subir la presión. Además, al dejar de respirar durante la noche el oxígeno en la sangre disminuye muchísimo, y eso hace que el corazón sufra y no por amor, aumentando las posibilidades de una arritmia o infartos.

¿Cómo suceden las apneas del sueño?

Se producen por una obstrucción de la vía aérea. Mientras estamos despiertos, ponemos a trabajar un montón de músculos que ni sabemos que existen. Esos héroes anónimos hacen que no nos caigamos cuando estamos parados, que movamos los ojos y que respiremos sin darnos cuenta entre otras cosas. Al dormir, esos músculos también descansan (pobrecitos, se lo merecen) y se relajan los que necesitamos para mantener abierta la laringe (la parte de la garganta que usamos para respirar). Al relajarse, se obstruye y se interrumpe el flujo aéreo, produciéndose la apnea.

Estas apneas pueden ocurrir muchas veces por hora en trastornos graves. Dicho de otra forma, aquellos que tienen este problema saben dormir y saben respirar, pero no saben hacer las dos cosas al mismo tiempo.

Hay muchas condiciones que favorecen la aparición de apneas. Las principales son el consumo de tabaco, por la inflamación que provoca en la vía aérea,  y el llamado Síndrome Metabólico. Este último es una forma complicada que tenemos los médicos de decirle al conjunto de sobrepeso (en realidad, la presencia de panza) más hipertensión, diabetes o problemas de colesterol.

La grasa del cuerpo no discrimina y se acomoda donde quiere, entre otros lugares en el cuello. Cuando el cuello es grueso (no le digo gordo a ver si se ofende), el calibre de la vía aérea se reduce y las obstrucciones son más frecuentes. Y aquí está el mayor de los problemas: sabemos que el tener hipertensión, o diabetes, o sobrepeso, o problemas de colesterol, aumentan el riesgo cardiovascular. Y encima aumentan las probabilidades de tener apneas. Y las apneas aumentan el riesgo cardiovascular. Y por fin contestamos la pregunta del principio: las apneas del sueño tienen TODO que ver con el riesgo cardiovascular, no sólo por si mismas sino por todas las patologías a las que se superpone, algo así como una asociación ilícita.

 

Dr. Juan Pedro Pezzi

Especialista en Clínica Médica

Magíster en Hipertensión Arterial

Especialista Clínico en HTA

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